EL PROTOCOLO DE KIOTO
ASPECTO A ESTUDIAR:
Lo que quiero tratar con este trabajo es todo lo relacionado con el Protocolo de Kyoto, de una manera sencilla pero tratando un tema que me parece muy sobresaliente dentro del tema del Calentamiento Global y toda la polémica que está generando.
INTERES PERSONAL:
Creo que es un tema del que mucha gente habla sin saber realmente a lo que se refiere. Yo me encontraba entre estas personas hasta hacer este trabajo, así que me ha sido muy útil, y sigue pareciéndome un acuerdo muy importante para la sostenibilidad del medio ambiente. Podemos cuidar lo que tenemos si todos ponemos de nuestra parte, aunque en realidad todos estos principios casi nunca se cumplen.
DESARROLLO:
El llamado Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional con el objetivo de reducir un 5% las emisiones de los gases de efecto invernadero, tomando como referencia los niveles de 1990, y en el periodo del 2008 al 2012. Estos gases serían: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), a los que se añadirían tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).
El acuerdo se estableció en la ciudad de Kioto el 11 de diciembre de 1997, pero no fue hasta el 18 de noviembre de 2004 cuando entró en vigor. Las razones fueron simplemente que era necesario que al menos 55 países lo hubieran ratificado, entre los que deberían encontrarse países desarrollados cuyas emisiones totales representasen no menos del 55% del total de las emisiones de carbono en el año 1990.
En el 2004, con la ratificación de Rusia, el pago por parte de la UE de la reconversión industrial y la modernización de sus instalaciones, el protocolo consiguió entrar en vigor.
El en acuerdo también se promovió la generación de un desarrollo sostenible, de forma que se utilicen energías no convencionales (que no sean combustibles fósiles) para mitigar el calentamiento global. Por ejemplo, el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) recomendó la energía nuclear como una de las tecnologías clave para disminuir dicho calentamiento.
El protocolo ha avanzado lentamente, todavía se encuentra en lo que se conoce con el nombre de “fase de ratificación, pues debe ser también políticamente aceptable. Por ello se han multiplicado el número de comités creados para supervisar y arbitrar sus diferentes programas. Después de su aprobación en 1997 se creyó necesario entablar nuevas negociaciones para especificar las instrucciones sobre la manera de hacerlo cumplir. Estas nuevas normas, dictadas en 2001, se conocen como “Acuerdo de Marrakech”.
Los países firmantes del tratado se reunieron por primera vez para su seguimiento en Montreal, Canadá, en 2005. Allí se estableció el llamado Grupo de Trabajo Especial sobre los Futuros Compromisos de las Partes del Anexo I en el marco del Protocolo de Kioto (GTE-PK), orientando a los acuerdos a tomar para después de 2012.
En diciembre de 2007, en Bali, Indonesia, se llevó a cabo la tercera reunión de seguimiento con el punto principal sobre las cuestiones del post 2012. Se estableció un acuerdo conocido como “hoja de ruta de Bali” de dos años de duración, que tiene como objetivo establecer un régimen post 2012 en la XV Conferencia sobre el Cambio Climático, en diciembre del 2009, en Copenhague, Dinamarca. Esta “hoja de ruta” se complementa con el Plan de Acción de Bali, con cuatro elementos clave: mitigación, adaptación, finanzas y tecnología. Este plan pide también “una visión compartida para la cooperación a largo plazo”.
Los compromisos de reducción varían de un país a otro. El objetivo global del 5% para los países desarrollados deber conseguirse mediante recortes del 8% en la Unión Europea, 6% en Canadá, 7% en los Estados Unidos, 6% en Hungría, Japón y Polonia. Nueva Zelanda, Rusia y Ucrania deberían estabilizar sus emisiones, sin embargo, Noruega, puede aumentarlas hasta un 1%, Australia un 8% e Islandia un 10%.
Una de las preocupaciones es que los Estados Unidos y Australia no han apoyado el tratado, siendo dos de los principales países de emisión de los gases. En el caso de Estados Unidos, el acuerdo fue firmado pero no ratificado, su adhesión sólo fue simbólica hasta el año 2001 cuando el gobierno de Bush se retiró del protocolo. Esta decisión fue justificada porque se consideraba que la aplicación del Protocolo era ineficiente e injusta al involucrar sólo a los países industrializados y excluir de las restricciones a algunos de los mayores emisores de gases en vías de desarrollo. Sin embargo, en las fechas en las que decidieron definitivamente no ratificarlo, sus emisiones eran un 17% superiores a las de 1990, cuando se les pedía una reducción del 8% con respecto al mismo año.
La Unión Europea, siendo especialmente activo en la creación del acuerdo, se comprometió a reducir sus emisiones totales medias durante el periodo 2008-2012 en un 8% respecto a las propias del 1990. A cada país, dentro del grupo, se le otorgó un margen distinto en función de diversas variables económicas y medioambientales.
El reparto se organizó de la siguiente manera: Alemania (-21%), Austria (-13%), Bélgica (-7.5%), Dinamarca (-21%), Italia (-6.5%), Luxemburgo (-28%), Países Bajos (-6%), Reino Unido (-12.5%), Finlandia (-2.6%), Francia (-1.9%), España (+15%), Grecia (+25%), Irlanda (+13%), Portugal (+27%) y Suecia (+4%).
También es cierto que los países europeos no tenían que sacrificar gran cosa, pues debido al cierre de la industria pesada en Alemania, el abandono del carbón de Rino Unido y su apuesta por el gas y la energía nuclear, al igual que Francia, redujeron considerablemente sus emisiones de gases contaminantes. El apoyo de estos países al Protocolo de Kyoto se basa en el abandono del carbón como fuente de energía eléctrica, a favor de las centrales de energía nuclear y gas metano.
España se ha convertido en el país miembro que menos posibilidades tiene de cumplir lo establecido. Hasta la fecha, las emisiones han aumentado en un 53%, frente al 15% que tenía permitido como máximo. La explicación es que el crecimiento económico español comenzó a partir del 1990, traduciéndose en un aumento del transporte y el consumo energético de las familias y la industria que en ese año no estaba contemplado. Esto se complementa con el hecho de que el consumo energético es directamente proporcional al desarrollo económico y a su vez el nivel de emisiones de CO2 es proporcional al consumo energético.
Aun así, España es el segundo país mundial en la producción de energía eólica y el país referencia en el consumo de energías renovables. El objetivo que debe seguir es el camino de las energías renovables, aumentar la generación de energía nuclear y también aumentar la eficiencia y razonabilidad de los consumos y exigir la igualdad en límites de cantidades de CO2 por habitante y año con los demás países de la Unión Europea.
El error más grave de nuestro país ha sido no tomar medidas para cumplir el protocolo de Kyoto hasta el 2004 y muy posiblemente deberá comprar derechos de emisión a otros países que han conseguido reducir sus emisiones más de lo fijado.
Esta es una de las ventajas o facilidades del protocolo, se admite que pueda haber una compraventa nacional en internacional de créditos de emisiones entre empresas. Después del reparto, un país que quisiese sobrepasar su cuota de emisión podría comprar parte de la cuota otorgada a otro. Además, los países industrializados pueden cumplir en parte sus objetivos vinculantes de emisión mediante “créditos” obtenidos patrocinando proyectos que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo.
También se aumentaría la cuota permitida a los países que llevasen a cabo una política de reforestación, calculando la cantidad de CO2 absorbido por los nuevos bosques que actúan como sumideros. Hecho aprovechado por Australia que en una hábil negociación consiguió que debido a su política de reforestación se le permitiera emitir en 1012 un 8% más que en 1990. Aunque incluso después de ello no ha ratificado el protocolo.
Un aspecto muy polémico es que el Protocolo de Kyoto en sí tendrá unos efectos muy modestos. Sólo por respirar la humanidad emite al año unos 2.500 millones de toneladas de CO2, que es una cantidad mayor que la disminución requerida en el protocolo; esta es de poco más de 1.000 millones de toneladas, ese 5% de las emisiones de 1990.
Si se llevase a cabo en los próximos años la reducción pactada, en realidad sólo se evitaría una subida inferior a una décima de grado con respecto a la prevista en caso de no tomarse ninguna medida, todo esto según los modelos climáticos estimados.
CONCLUSIÓN PERSONAL:
Después de leer muchas opiniones, he concluido que el protocolo en sí no es muy eficaz, de hecho no he encontrado ningún dato real que avale los objetivos “conseguidos” por dicho acuerdo. Y también es cierto que en política son muchos los papeleos y pocos los cambios, al menos en un espacio pequeño de tiempo, pero espero que todo esto sea por lo menos una contribución a mejorar el medio ambiente, aunque sea mínimamente.
No creo que el calentamiento global sea un cuento de los ecologistas o los políticos para impedir que los países subdesarrollados consigan suplantarles. Es cierto que el clima cambia, pero la cuestión es si es aumentado por el efecto del ser humano o no. Bueno, creo que aunque el aumento de temperatura, o la diferencia extremada de esta durante el año sean fenómenos que habrían ocurrido con o sin el desarrollo de los países, no es bueno que sigamos contaminando el planeta conforme lo hacemos. Cierto, son cosas separadas que no tienen nada que ver con quemar carbón, y de hecho el acuerdo debería dejar que los países subdesarrollados siguiesen haciéndolo, pero cualquier pacto que mejore las condiciones en las que vivimos y reduzcan los deshechos contaminantes que emitimos, es bueno. Todo esto es a mi parecer, por supuesto.
Por último me gustaría añadir la dirección de un vídeo de youtube en el que aparece grabado el discurso que una niña de 13 años de edad da en la sede de la ONU. Ella critica desde su punto de vista el simple hecho de que se hable constantemente del medio ambiente y de la sostenibilidad y no se haga nada para remediarlo. Estoy completamente de acuerdo con ella en que mucho hablar, y poco hacer; o eso parece.
ASPECTO A ESTUDIAR:
Lo que quiero tratar con este trabajo es todo lo relacionado con el Protocolo de Kyoto, de una manera sencilla pero tratando un tema que me parece muy sobresaliente dentro del tema del Calentamiento Global y toda la polémica que está generando.
INTERES PERSONAL:
Creo que es un tema del que mucha gente habla sin saber realmente a lo que se refiere. Yo me encontraba entre estas personas hasta hacer este trabajo, así que me ha sido muy útil, y sigue pareciéndome un acuerdo muy importante para la sostenibilidad del medio ambiente. Podemos cuidar lo que tenemos si todos ponemos de nuestra parte, aunque en realidad todos estos principios casi nunca se cumplen.
DESARROLLO:
El llamado Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional con el objetivo de reducir un 5% las emisiones de los gases de efecto invernadero, tomando como referencia los niveles de 1990, y en el periodo del 2008 al 2012. Estos gases serían: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), a los que se añadirían tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).
El acuerdo se estableció en la ciudad de Kioto el 11 de diciembre de 1997, pero no fue hasta el 18 de noviembre de 2004 cuando entró en vigor. Las razones fueron simplemente que era necesario que al menos 55 países lo hubieran ratificado, entre los que deberían encontrarse países desarrollados cuyas emisiones totales representasen no menos del 55% del total de las emisiones de carbono en el año 1990.
En el 2004, con la ratificación de Rusia, el pago por parte de la UE de la reconversión industrial y la modernización de sus instalaciones, el protocolo consiguió entrar en vigor.
El en acuerdo también se promovió la generación de un desarrollo sostenible, de forma que se utilicen energías no convencionales (que no sean combustibles fósiles) para mitigar el calentamiento global. Por ejemplo, el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) recomendó la energía nuclear como una de las tecnologías clave para disminuir dicho calentamiento.
El protocolo ha avanzado lentamente, todavía se encuentra en lo que se conoce con el nombre de “fase de ratificación, pues debe ser también políticamente aceptable. Por ello se han multiplicado el número de comités creados para supervisar y arbitrar sus diferentes programas. Después de su aprobación en 1997 se creyó necesario entablar nuevas negociaciones para especificar las instrucciones sobre la manera de hacerlo cumplir. Estas nuevas normas, dictadas en 2001, se conocen como “Acuerdo de Marrakech”.
Los países firmantes del tratado se reunieron por primera vez para su seguimiento en Montreal, Canadá, en 2005. Allí se estableció el llamado Grupo de Trabajo Especial sobre los Futuros Compromisos de las Partes del Anexo I en el marco del Protocolo de Kioto (GTE-PK), orientando a los acuerdos a tomar para después de 2012.
En diciembre de 2007, en Bali, Indonesia, se llevó a cabo la tercera reunión de seguimiento con el punto principal sobre las cuestiones del post 2012. Se estableció un acuerdo conocido como “hoja de ruta de Bali” de dos años de duración, que tiene como objetivo establecer un régimen post 2012 en la XV Conferencia sobre el Cambio Climático, en diciembre del 2009, en Copenhague, Dinamarca. Esta “hoja de ruta” se complementa con el Plan de Acción de Bali, con cuatro elementos clave: mitigación, adaptación, finanzas y tecnología. Este plan pide también “una visión compartida para la cooperación a largo plazo”.
Los compromisos de reducción varían de un país a otro. El objetivo global del 5% para los países desarrollados deber conseguirse mediante recortes del 8% en la Unión Europea, 6% en Canadá, 7% en los Estados Unidos, 6% en Hungría, Japón y Polonia. Nueva Zelanda, Rusia y Ucrania deberían estabilizar sus emisiones, sin embargo, Noruega, puede aumentarlas hasta un 1%, Australia un 8% e Islandia un 10%.
Una de las preocupaciones es que los Estados Unidos y Australia no han apoyado el tratado, siendo dos de los principales países de emisión de los gases. En el caso de Estados Unidos, el acuerdo fue firmado pero no ratificado, su adhesión sólo fue simbólica hasta el año 2001 cuando el gobierno de Bush se retiró del protocolo. Esta decisión fue justificada porque se consideraba que la aplicación del Protocolo era ineficiente e injusta al involucrar sólo a los países industrializados y excluir de las restricciones a algunos de los mayores emisores de gases en vías de desarrollo. Sin embargo, en las fechas en las que decidieron definitivamente no ratificarlo, sus emisiones eran un 17% superiores a las de 1990, cuando se les pedía una reducción del 8% con respecto al mismo año.
La Unión Europea, siendo especialmente activo en la creación del acuerdo, se comprometió a reducir sus emisiones totales medias durante el periodo 2008-2012 en un 8% respecto a las propias del 1990. A cada país, dentro del grupo, se le otorgó un margen distinto en función de diversas variables económicas y medioambientales.
El reparto se organizó de la siguiente manera: Alemania (-21%), Austria (-13%), Bélgica (-7.5%), Dinamarca (-21%), Italia (-6.5%), Luxemburgo (-28%), Países Bajos (-6%), Reino Unido (-12.5%), Finlandia (-2.6%), Francia (-1.9%), España (+15%), Grecia (+25%), Irlanda (+13%), Portugal (+27%) y Suecia (+4%).
También es cierto que los países europeos no tenían que sacrificar gran cosa, pues debido al cierre de la industria pesada en Alemania, el abandono del carbón de Rino Unido y su apuesta por el gas y la energía nuclear, al igual que Francia, redujeron considerablemente sus emisiones de gases contaminantes. El apoyo de estos países al Protocolo de Kyoto se basa en el abandono del carbón como fuente de energía eléctrica, a favor de las centrales de energía nuclear y gas metano.
España se ha convertido en el país miembro que menos posibilidades tiene de cumplir lo establecido. Hasta la fecha, las emisiones han aumentado en un 53%, frente al 15% que tenía permitido como máximo. La explicación es que el crecimiento económico español comenzó a partir del 1990, traduciéndose en un aumento del transporte y el consumo energético de las familias y la industria que en ese año no estaba contemplado. Esto se complementa con el hecho de que el consumo energético es directamente proporcional al desarrollo económico y a su vez el nivel de emisiones de CO2 es proporcional al consumo energético.
Aun así, España es el segundo país mundial en la producción de energía eólica y el país referencia en el consumo de energías renovables. El objetivo que debe seguir es el camino de las energías renovables, aumentar la generación de energía nuclear y también aumentar la eficiencia y razonabilidad de los consumos y exigir la igualdad en límites de cantidades de CO2 por habitante y año con los demás países de la Unión Europea.
El error más grave de nuestro país ha sido no tomar medidas para cumplir el protocolo de Kyoto hasta el 2004 y muy posiblemente deberá comprar derechos de emisión a otros países que han conseguido reducir sus emisiones más de lo fijado.
Esta es una de las ventajas o facilidades del protocolo, se admite que pueda haber una compraventa nacional en internacional de créditos de emisiones entre empresas. Después del reparto, un país que quisiese sobrepasar su cuota de emisión podría comprar parte de la cuota otorgada a otro. Además, los países industrializados pueden cumplir en parte sus objetivos vinculantes de emisión mediante “créditos” obtenidos patrocinando proyectos que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo.
También se aumentaría la cuota permitida a los países que llevasen a cabo una política de reforestación, calculando la cantidad de CO2 absorbido por los nuevos bosques que actúan como sumideros. Hecho aprovechado por Australia que en una hábil negociación consiguió que debido a su política de reforestación se le permitiera emitir en 1012 un 8% más que en 1990. Aunque incluso después de ello no ha ratificado el protocolo.
Un aspecto muy polémico es que el Protocolo de Kyoto en sí tendrá unos efectos muy modestos. Sólo por respirar la humanidad emite al año unos 2.500 millones de toneladas de CO2, que es una cantidad mayor que la disminución requerida en el protocolo; esta es de poco más de 1.000 millones de toneladas, ese 5% de las emisiones de 1990.
Si se llevase a cabo en los próximos años la reducción pactada, en realidad sólo se evitaría una subida inferior a una décima de grado con respecto a la prevista en caso de no tomarse ninguna medida, todo esto según los modelos climáticos estimados.
CONCLUSIÓN PERSONAL:
Después de leer muchas opiniones, he concluido que el protocolo en sí no es muy eficaz, de hecho no he encontrado ningún dato real que avale los objetivos “conseguidos” por dicho acuerdo. Y también es cierto que en política son muchos los papeleos y pocos los cambios, al menos en un espacio pequeño de tiempo, pero espero que todo esto sea por lo menos una contribución a mejorar el medio ambiente, aunque sea mínimamente.
No creo que el calentamiento global sea un cuento de los ecologistas o los políticos para impedir que los países subdesarrollados consigan suplantarles. Es cierto que el clima cambia, pero la cuestión es si es aumentado por el efecto del ser humano o no. Bueno, creo que aunque el aumento de temperatura, o la diferencia extremada de esta durante el año sean fenómenos que habrían ocurrido con o sin el desarrollo de los países, no es bueno que sigamos contaminando el planeta conforme lo hacemos. Cierto, son cosas separadas que no tienen nada que ver con quemar carbón, y de hecho el acuerdo debería dejar que los países subdesarrollados siguiesen haciéndolo, pero cualquier pacto que mejore las condiciones en las que vivimos y reduzcan los deshechos contaminantes que emitimos, es bueno. Todo esto es a mi parecer, por supuesto.
Por último me gustaría añadir la dirección de un vídeo de youtube en el que aparece grabado el discurso que una niña de 13 años de edad da en la sede de la ONU. Ella critica desde su punto de vista el simple hecho de que se hable constantemente del medio ambiente y de la sostenibilidad y no se haga nada para remediarlo. Estoy completamente de acuerdo con ella en que mucho hablar, y poco hacer; o eso parece.
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